Diabetes mellitus y piel: lesiones cutáneas y su significado clínico Rev.chil. endocrinol. Diabetes 2011

La Diabetes Mellitus (DM) corresponde a un grupo de enfermedades metabólicas de curso crónico, caracteri­zadas por aumento de los niveles plasmáticos de glu­cosa, resultado de una secreción insuficiente de insulina y/o dificultades en la acción de esta hormona a nivel periférico.

La falta de tratamiento mantenido en el tiempo puede desencadenar complicaciones crónicas, las cuales pueden ser micro o macrovasculares2. Las microvasculares (retinopa­tía, nefropatía, neuropatía) son consecuencia directa del mal control metabólico de las glicemias, tanto en Diabetes Melli­tus tipo 1 (DM1), como en Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2). Las macrovasculares, por su parte, son la principal causa de muerte en los DM23.

Grandes estudios muestran que la mejoría del control glicémico disminuye el riesgo de aparición y progresión de la retinopatía, neuropatía y neuropatía4,5, mientras que para prevenir las complicaciones macrovasculares debe realizarse una intervención multifactorial6. Distinto es el caso de las le­siones cutáneas asociadas a la diabetes, cuya etiología y rela­ción con el control metabólico no ha sido del todo elucidada.

Las afecciones dermatológicas se presentan entre 30% a 70% de los diabéticos, en algún momento de la evolución de la enfermedad, aparentemente sin diferencia entre DM1 y DM2. Sin embargo, se postula que los DM2 presentarían con mayor frecuencia lesiones asociadas con infecciones y los DM1 mayormente con autoinmunidad8.

El compromiso cutáneo de la DM se puede clasificar en tres categorías: 1) enfermedades cutáneas con fuerte o relati­va asociación con DM; 2) infecciones cutáneas más frecuen­tes en este tipo de pacientes; 3) reacciones cutáneas relacio­nadas con el tratamiento antidiabético (Tabla 1)9.

Dado la alta prevalencia de diabéticos en toda consul­ta médica, nos parece oportuno que el médico especialista y no especialista identifique estas lesiones para realizar un adecuado manejo inicial, contribuir a la etapificación de la enfermedad y realizar una correcta derivación al dermató­logo, si corresponde. En otros casos, se deberá sospechar la presencia de DM cuando la lesión cutánea es la primera que aparece, además que contribuirá a la tranquilidad del pacien­te al descartar otras lesiones cutáneas que requieran mayor estudio.

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